Inspiración semanal. Tomates y vecinas

(Semana del 11 al 17 de julio)

Tenía yo cuatro años, nos acabábamos de mudar a una casa grande, enorme, gigantesca…

Bueno, a lo mejor ochenta metros cuadrados no te parecen mucho. Pero si tenemos en cuenta que hasta ese momento yo vivía en una de cuarenta y cinco metros cuadrados y mis padres venían de casas diminutas con más hermanos que zapatos, creo que es fácil entender que esa casa para nosostros era prácticamente una mansión.

Además, el hecho de que casi no tuviera muebles la hacía parecer más espaciosa todavía.

Pues eso, yo me acaba de mudar a esa casa tan grande y estaba en la cocina ayudando a mi madre a preparar la comida. Era verano, yo no iba a clase y parloteaba sin parar.

La vecina le tocó y la llamó para tomar un café juntas. Dejaron las puertas abiertas y yo me quedé en la cocina, escuchando el parloteo en la puerta del al lado.

Me cansé de esperar a que volviera, diez minutos cuando tienes cuatro años es mucho tiempo. Así que pillé una de las sillas con el asiento de mimbre, la acerqué hasta los muebles de la cocina y me subí a la encimera.

Senté el culete en el granito frío, pasé la salsa de tomate que acaba de preparar mi madre al pasapuré con ayuda de un cucharón y empecé a girar la manivela, que me parecía dura como un piedra. Repetí la operación hasta que en el caldero solo quedó la hoja de laurel que le ponía para darle aroma al asunto.

Estaba muy satisfecha con mi trabajo, cogí un trapo que tenía cuadraditos rojos y me limpié las manos pringosas.

Mi madre entró por la puerta y pegó un grito, le preocupaba que me quemara con la salsa que todavía estaba muy caliente. Le dije que estuviera tranquila que ya había colado la salsa y ya estaba todo hecho. Estaba intentando poner el pasapuré en el fregadero, cuando ella entró. Me disculpé, porque no me dio tiempo a limpiarlo.

En mi casa siempre se hizo la salsa de tomate casera, no probé la industrial hasta que fui mayor y ; aunque adoro la receta que hacía mi madre, que era la de abuela;mi hija y mi hijo prefieren la que hago yo.

La llamo la salsa mágica de tomate por dos razones.La primera es que esta salsa tiene la cualidad de gustar a todos, incluso a los plastas que dicen que no comen verdura. Y la segunda, porque yo soy un bruja y todo lo que hago es magia.

Así que la inspiración semanal va de esta salsa de tomate melosa y llena de verduras que gusta tanto. La primera vez que escribí la receta conté que a veces le ponía zanahoria y que adoraba como quedaba. Eso ha cambiado mucho. Ahora SIEMPRE le pongo zanahoria, mis gremlins aman el sabor dulce que le da al tomate y a mí me cuesta poco hacerles el capricho y por eso rectifiqué la receta. Mejor, más verduras todavía

Si se animan a hacer esta receta de salsa de tomate, les recuerdo que se puede congelar perfectamente. Yo uso botes vacíos de legumbres limpios y desinfectados, los lleno de salsa y al congelador.

Es perfecta para acompañar a un plato de pasta, unos solomillos de pollo a la napolitona, para unos champiñones que imitan a la pizza, para acompañar a un bocata de albóndigas o para sumarle puntos a estas deliciosas tortitas de brócoli.

Pasta con salsa mágica de tomate.

Las posibilidades son infinitas y me da tanto juego que no sé vivir sin ella. Es un drama, cuando se acaba en casa y tengo que usar una industrial. Bueno,drama para todos, menos para mi niño pequeño, él dice que todo le vale. No puedo juzgarlo.

Tortitas de brócoli.

Publicado por aroaaleman

Hablo mucho y casi siempre de comida. Gordapapa profesional.

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